
La desesperación
Tras haber robado el titán Prometeo el fuego de los dioses para regalarlo a los hombres y el castigo que Zeus le impuso por tamaña osadía, su hermano Epimeteo recibió como regalo de los Olímpicos una compañera: Pandora. Los dioses la concedieron acompañada de otro regalo de Zeus: una caja cerrada, que bajo ningún concepto debía ser abierta. Pero la curiosidad pudo con Pandora, y un día que Epimeteo dormía le robó la llave del lugar donde escondía la caja, y la abrió para espiar su contenido. Al levantar la tapa, grande fue su desilusión al encontrarla vacía, pero era porque en ese mismo momento escaparon de ella todas las desgracias y males que podían afectar al hombre, y se extendieron por el mundo: enfermedades, sufrimiento, guerras, hambre, envidia, ira… Mas todavía le dio tiempo a vislumbrar en el fondo de la caja algo que aún no había escapado, y corriendo la cerró. Lo que pudo conservar en el fondo de la caja fue la Esperanza, que no consiguió escapar. De ese modo fue sellado el destino de todos los hombres, que a partir de entonces padecieron toda suerte de males…, pero incluso en medio de los más terribles de ellos, siguen conservando la Esperanza…
En la mitología se habla de la esperanza como uno de los males dentro de la caja que los dioses le dan a cuidar. Frente a los males presentes o futuros podemos salir adelante si esperamos por el bien que pueda llegar, por lo que nos mantenemos con ánimos y con confianza de los bienes que están por llegar.
Esto nos lleva a considerar 2 tipos de personas: los optimistas y los pesimistas. Los primeros buscan sacar lo mejor de cada situación sin importar lo mal que esté. Los segundos resaltan lo mal que está la situación sin considerar los bienes que hay. Uno tiene esperanza de que todo va a mejorar, y el otro la ha perdido. Ambas posturas son desalentadoras, ya que se espera que algo o alguien externo recomponga las cosas o las dejen como están.
La desesperación es el precio que uno paga cuando toma conciencia de las cosas. Si dirige una mirada profunda a la vida, siempre encontrará la desesperación.
Yalom, Irvin D. – El día que Nietzsche lloró
Existen muchas circunstancias en la vida que nos llevan a frustrarnos o nos conducen a perder la esperanza ante un bien futuro o presente que no llega. Por lo que cuando se pierde la esperanza de un bien futuro o venidero, se deja de actuar o luchar para salir adelante.
Propongo una tercera postura, frente al optimista y el pesimista, ambos son pasivos ante lo que sucede, en cambio el realista es quien es consciente de su entorno y saca lo bueno y reconoce lo malo, y a partir de ello analiza lo que es capaz de hacer y se pone a realizarlo. La esperanza suele ser pasiva, pero, no lo es si ponemos toda nuestra energía para que se dé el cambio. ¿Qué prefieres esperar el cambio o ser el cambio?
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