Morir en el momento oportuno

Nuestra vida es algo que ya tenemos, en raras ocaciones nos encontramos en una situación que nos lleve a sobrevivir, de hecho, hay personas que no se han enfrentado a este instinto por preservar la vida, ya que nos es común y tampoco queremos que lo sea. Pero cuando hablamos de la muerte, hay algo en nosotros mismos que se activa, el ambiente se pone sombríos y un poco denso, como si al hablar de la muerte se vuelve realidad. Lo cual, es una realidad constante que vamos a morir.

–¡Viva cuando vive! La muerte pierde su cualidad aterradora si uno muere cuando ha consumado su vida. Si uno no vive cuando debe hacerlo, no puede morir en el momento justo.

Yalom, Irvin D. – El día que Nietzsche lloró

La muerte es inevitable, no deseamos el mal, pero es un hecho que en cualquier momento puede llegar, y me parece que más que miedo a la muerte, el cese de signos vitales, nos preocupa el momento en el que moriremos. Es decir, nos preocupa

morir en el momento oportuno.

Yalom, Irvin D. – El día que Nietzsche lloró

Tal como Nietzsche en la novela que Irving Yalom escribe de manera ficticia su tratamiento psiquiátrico, siendo contemporáneo de Freud cuando instituye el psiconanálisis como un tratamiento para curar desórdenes mentales. Al filósofo le preocupa el momento justo de morir, más que el hecho de dejar de vivir. Esa es una verdadera angustia, después de muerto ya no quedaría nada, ni siquiera estaremos ahí para verlo o comprobarlo.

¿Ha vivido su vida o ha sido vivido por ella? ¿La ha elegido o ella lo eligió a usted? ¿Ama a su vida o se arrepiente de ella? Ésto es lo que quiero decir cuando le pregunto si ha consumado la vida. ¿La ha agotado? ¿Recuerda ese sueño en que su padre permanecía a su lado, rezando inútilmente mientras alguna calamidad le sucedía a su familia? ¿No es usted igual? ¿No se hace a un lado y se lamenta por una vida que nunca ha vivido?

Yalom, Irvin D. – El día que Nietzsche lloró

Yo enseño que no debe vivirse ni desperdiciarse la vida con la promesa de otra vida futura. Lo inmortal es esta vida, este momento. No hay otra vida, no hay un norte para esta vida, no hay un tribunal apocalíptico donde se nos juzgue. Este momento existe para siempre y usted, sólo usted, es su único público. –Breuer se estremeció. A medida que las implicaciones espeluznantes de la propuesta de Nietzsche se aclaraban, dejó de resistirse y se sumió en un estado de extraña concentración–. Insisto, Josef, en que permita que este pensamiento se apodere de usted. Tengo una pregunta que hacerle: ¿qué le parece la idea? ¿Le resulta abominable? ¿O le gusta? –¡Me parece abominable! ––exclamó Breuer, casi gritando––. Vivir para siempre con la sensación de que no he vivido, de que no he conocido la libertad, es una idea que me llena de espanto. –Entonces –lo exhortó Nietzsche–, viva de manera que le permita aceptar la idea con placer.

Yalom, Irvin D. – El día que Nietzsche lloró

Si la muerte nos avisara que llegaría, ¿qué harías en ese tiempo? El hombre es el único ser capaz de dar cuenta del fin de la vida, por lo que adquiere un sentido y un valor al apreciar lo que ya tenemos y no darlo por hecho.

Siempre me siento feliz. ¿Sabes por qué? Porque no espero nada de nadie; esperar siempre duele. Los problemas no son eternos, siempre tienen solución. Lo único que no se resuelve es la muerte. La vida es corta, por eso ámala, se feliz y siempre sonríe, solo vive intensamente. Antes de hablar, escucha. Antes de escribir, piensa. Antes de herir, siente. Antes de rendirte, intenta. Antes de morir, vive.

Shakespeare

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