
FILOSOFÍA PARA LA VIDA Y OTRAS SITUACIONES PELIGROSAS
Sócrates y la filosofía callejera
Los filósofos de la Escuela de Atenas enseñaban a sus alumnos a transformar sus emociones, cómo lidiar con la adversidad, cómo vivir su vida lo mejor posible. Ahora encontraos que la enseñanza parece un sistema automatizado en donde se llega puntual, se dan ensayos, recibes la calificación, y luego los aparatos electrónicos nos entretienen. Nuestros estudios nos llevan a aplicar lo que aprendemos en vez de prepararnos para la vida. Un título es una preparación para el mercado, esa gran fábrica a la cual vamos a entrar, para vivir bajo reglas de las que somos incapaces de cambiarlas.
El filósofo estoico Epicteto afirmaba que “los hombres se perturban no por cosas, sino de sus propias opiniones acerca de las cosas.” Lo cual tiene que ver hoy en día con el ABC de Ellis cuando experimentamos un evento (A), lo interpretamos (B), y luego sentimos una respuesta emocional junto con nuestra interpretación (C). Podemos cambiar nuestras emociones cuando somos capaces de cambiar nuestros pensamientos u opiniones acerca de lo que nos sucede. “Lo que nos afecta realmente no son los hechos, sino los significados que le damos a los hechos.” Cuando cambiamos nuestras creencias, cambiamos nuestros prejuicios y así cambiamos nuestras creencias.
Sócrates y la filosofía de la vida cotidiana
Sócrates hacía lo que hacía porque quería impartir su conocimiento con sus compatriotas Atenienses, lo veía como un llamado de vida, por lo que desarrolló el hábito de preguntarse acerca de las cosas. En la Apología decía que lo consideraba “un bien de mayor grado examinarse a sí mismo y a otros y pasar el resto de sus días discutiendo acerca del bien.” La mayoría de las personas viven dormidas o zombies sin preguntarse los que hacen o por qué lo hacen. Absorben los valores y creencias de sus padres, o de su cultura, y los aceptan sin cuestionarlos. Si absorbemos malas creencias, entonces se enferman.
Existe una fuerte relación entre nuestra propia filosofía (cómo interpretamos el mundo y acerca de lo que es más importante para nuestra vida) y nuestra salud mental y física. Distintas creencias nos llevan a diferentes estados emocionales. Por ejemplo si ponemos demasiado valor en la aprobación de los demás, entonces estaremos socialmente ansiosos. Por medio de la filosofía podemos traer a conciencia nuestros valores, examinarlos y luego decidir cuáles no hacen sentido. Si cambiamos nuestras creencias, cambiamos nuestra salud mental y física.
Sócrates afirmaba que es nuestra responsabilidad de tener “cuidado de nuestra alma”, y esto es lo que la filosofía nos enseña, el arte de la psicoterapia. Depende de nosotros examinar nuestra alma y escoger las creencias y valores que se nos hagan razonables y cuáles otros son tóxicos. De este modo, la filosofía es una especie de medicina que podemos practicar autónomamente.
Medicina para el alma
Marco Tulio Cicerón, el primer jefe de estado y filósofo romano escribió en sus Meditaciones: “Existe el arte médico para el alma. Es la filosofía la que nos ayuda a desearla, no como cuerpos enfermos, sino fuera de nosotros. Debemos contar con todos nuestros recursos y fortalezas para ser capaces de ser nuestros propios médicos.” Esto es lo que Sócrates buscaba hacer con su filosofía de las calles. Caminaba por Atenas entablando conversaciones con quienes encontraba para descubrir lo que la persona creía, lo que valoraba, lo que deseaba en su vida. “No buscaba discutir por discutir, sino para que las personas encontraran la salud de su alma, el mejor estado de su alma” para lograr el bienestar de su propia vida. Debemos aprender a ser nuestro propio Sócrates y dejar de sentarnos en un diván para que alguien más nos diga qué pensar y cuáles valores son buenos para nosotros, sino que nos ayuden a encontrar el bienestar de nuestra propia salud anímica.
Este es el mensaje de la filosofía Socrática: tenemos el poder de curarnos a nosotros mismos. Podemos examinar nuestras creencias, escogerlas y cambiarlas, así cambiaremos nuestras emociones. Esta capacidad la tenemos nosotros. El filósofo francés Montaigne más tarde confirma la enseñanza socrática: “Somos más ricos de lo que pensamos; nos han enseñado a pedir y a suplicar… lo que Sócrates nos enseña es a valernos por nosotros mismos, nos explica la forma de alcanzarlo y cómo usarlo”.
Buenos deseos
La capacidad de cuestionarnos nos lleva a una realidad de quiénes somos, ni tan malos ni tan buenos, sino es la capacidad de vernos realmente, frente a nuestros propio espejo en donde hacemos conscientes de lo que hay y la propia capacidad de mejorarlo. Sócrates estaba en lo correcto, la evidencia en la neurociencia nos muestra que cuando cambiamos nuestra opinión acerca de una determinada situación, nuestras emociones cambian también. Los neurocientíficos lo llaman “re-evaluación cognitiva”. Este estudio nos muestra que podemos tener control acerca de cómo interpretamos al mundo, y esto nos da la habilidad de moldear nuestras reacciones emocionales.
Aprender nuevos hábitos
El psicólogo Daniel Kahneman sugiere que tenemos en el cerebro una dualidad, por un lado tenemos la parte del cerebro que se compone de hábitos y la otra capaz del pensamiento y la conciencia racional.
La filosofía es un entrenamiento para mantener ejercicios cotidianos de mente y cuerpo. Los filósofos griegos usaban el ejercicio como metáfora, ya que así como ejercemos nuestros músculos en el gimnasio por repetición, del mismo modo ejercemos nuestra moralidad por medio de la inteligencia.
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