COVID 19 LLAMA A ESCENA A LA BIOÉTICA

Estar atento al momento histórico y participar, eso es vivir. Ni las profecías ni los pronósticos podrían habernos anticipado esta pandemia. Pero como siempre, todo es aprendizaje.

Hemos tenido brotes epidémicos anteriores que en algo nos prepararon pero ahora, de súbito lo vivimos de diferente manera en cada país. Algunos han referido la epidemia a escenarios dantescos o como cuadros apocalípticos; otros, sin pánico, sin arrebatos también sin desdén.

Lo que es claro, de lo que ha pasado hasta hoy es que aislarnos, alejarnos del trabajo y de actividades colectivas nos ha obligado a reflexionar, las primeras preguntas son muy lógicas: ¿Será verdad que es tan grave? ¿Será que nos están usando y distrayendo para hacer movimientos políticos y económicos? Eso solo muestra nuestra desconfianza sobre quienes toman las decisiones públicas, luego vienen otras consideraciones: ¿Cómo prevenirnos? ¿Será que tengamos que abastecernos para estar como en refugios antiaéreos? ¿Irá a convertirse en una epidemia, como hemos leído, de principios del siglo XIV cuando por la peste levantaban cadáveres, en carretadas, del piso? Eso revela además nuestra ignorancia.

¿No habremos descubierto nada desde entonces? Luego pasaremos a algo más real y concreto: evitar el contacto, disminuir las grandes aglomeraciones, para ser más precisos mantenernos en casa… nosotros apenas vivimos el primer nivel de prevención, pero al cerrar escuelas los menores se quedan en casa. ¡Qué invitación! y ¿quién los va a cuidar y atender? Recién superábamos los ecos del “Nueve ninguna se mueve” pues, si la invitación es a moverse, a volver a vivir en familia, ¡a volver a convivir veinticuatro siete!

Dejemos las preocupaciones y atendamos las ocupaciones: vivamos la obediencia a todas las medidas establecidas. ¿Por qué? Por regla de oro si quieres, no hagas a otro lo que no quieras para ti, no te gustaría que nadie te trajera el contagio, no lo lleves tú.

Vivamos la responsabilidad: Si acaparo bienes en un momento es posible que deje a otros sin ellos, he sabido de quien ha comprado lotes de anti-virales, por si acaso, ¿Sabes tú si estás dejando a alguien, verdaderamente necesitado, sin un tratamiento, que aun no siendo probado para la causa, podría resultarle de beneficio? ¿O es acaso que te convertirás en administrador de todo bien? Estas preguntas y más son objeto de estudio de la Bioética: la ciencia que regula el comportamiento humano en temas de la vida.

Nos informan que en países donde la pandemia afectó primero, países con recursos económicos, los servicios de salud fueron auténticamente insuficientes, ¿Cómo es que se evalúa quien lo necesita más? ¿Por qué los hospitales fueron casi cerrados a otros padecimientos más graves, por atender a pacientes con Covid19? ¿Por qué se priorizó la mayoría sobre la severidad? Y aún así, en momentos de racionamiento, ¿Cómo se decide a quién atender?

Estamos aprendiendo a vivir el orden y la justicia… por justicia (darle a cada quien lo que le corresponde) tendríamos que atender a cada uno según sus necesidades, ¿Cómo decidimos eso?

Cuando la virtud se busca desde la cuna, las decisiones serán tomadas con la premura que obliga el valor, por eso aunque muchos sitios públicos hayan cerrado, aunque muchas reuniones hayan sido canceladas, el personal de salud sigue al pie del cañón, retomando la esencia de su vocación de servicio, ¿En algún momento se han preguntado, y si me contagio? ¿En algún momento rechazan revisar a algún paciente conocido con Covid 19?

Las generalizaciones siempre faltan a la verdad, pero es evidente que la gran mayoría no lo ha hecho y que en las grandes dificultades como las actuales también la pandemia nos ha refrescado el valor de la gratitud, por eso salen en Italia a los balcones a cantar y en España salen a aplaudir. De los grandes males se obtienen también grandes bienes cuando estamos dispuestos a capitalizarlos.

Nadie la pidió, nadie la eligió pero la vida así es y si hoy no tomamos este aprendizaje, es tan buena con todos que nos volverá a enseñar la lección hasta dejarla aprendida y grabada en memoria y corazón. Por eso también a nuestros hermanos que nos ayudan hoy a entender esta situación y no nos permiten quedarnos en la duda o peor en la indiferencia, gracias: ¡¡¡Forza Italia!!! ¡¡Qué viva España!!

Rosamaría Urzua

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