El bien vence al mal

El 24 de febrero de 2022 fue el día cuando se acabó el mundo y la paz que todos los europeos conocieron después del final de la Segunda Guerra Mundial. Este día Rusia invadió Ucrania y este acto forzó a millones de ucranianos a huir de sus casas y dejar toda su vida allí atrás. Esto parece increíble que en el siglo XXI, en el mundo tan civilizado y avanzado, todavía estallan las guerras, la gente muere luchando por su libertad, se destruye la naturaleza y toda la infraestructura con bombas y misiles.
Lo que más me conmovió cuando toda la situación empezó, es que milles de hombres ucranianos que estaban trabajando en Polonia, decidieron volver a Ucrania, luchar por su país y enfrentar la posibilidad de la muerte. Había una opinión en la sociedad de que hacer algo así es una tontería que no tiene ningún sentido, pero yo pienso lo contrario. A mi parecer esto fue el enorme acto de valentía de estos hombres. Con esto mostraron su amor infinito hacia su país de origen y sus antepasados. La capacidad de sacrificar toda su vida por la libertad de sus compatriotas es algo que debemos admirar y no desvalorizar.
En Polonia, todos temíamos que pronto pase lo mismo en nuestro país que pasó en Ucrania, porque nadie pudo predecir cuales serían los siguientes planes del presidente ruso. Sin embargo, no tuvimos mucho tiempo para estas deliberaciones, porque un gran número de refugiados ucranianos, que necesitaban ayuda inmediata, aparecieron en nuestra frontera y pasó algo alucinante. Todos los polacos olvidaron de nuestras divisiones internas en política y se reunieron para acoger a los refugiados y apoyarlos en todas las formas posibles. Milles de polacos y voluntarios fueron hacia la frontera para dar a los ucranianos unos paquetes de comida, de ropa, de necesidades básicas. También organizaron muchas colectas de estos productos o de los medicamentos en casi todas las ciudades y universidades polacas. Además, conozco personalmente unas personas que ofrecieron habitaciones en sus casas para los refugiados y les ayudan diariamente a asimilarse. Es necesario exponer también el gran trabajo que hicieron los ayuntamientos en cada ciudad. Por ejemplo, en Varsovia se crearon muchos lugares de la asignación de un número de la seguridad social a ciudadanos ucranianos para legalizar su residencia en Polonia. En mi opinión, el comportamiento de los polacos en la situación tan dura y repentina fue ejemplar y del cual estoy muy orgullosa.
Es indudable que los polacos siguen mostrando su inmensa aceptación y tolerancia hacia los ucranianos y eso se puede ver en Polonia en situaciones cotidianas. Esto es, los anuncios en el transporte público, en los ayuntamientos o incluso los exámenes finales en las escuelas son traducidos al ucraniano para facilitar la vida de los refugiados y también para que los niños ucranianos puedan seguir con su aprendizaje en Polonia. Además de eso, un gran acto de aceptación y solidaridad que muchos polacos hagan es aprender al menos al nivel básico la idioma ucraniana y el cirílico para comunicarse mejor con ellos. A mi modo de ver, todo esto demuestra que todavía hay el bien en la gente aún el mal nos rodea por todas partes. El futuro de Ucrania y del todo el mundo es imprescindible, pero hay que recordar que el bien siempre vence al mal.

Zuzanna Krzyżaniak

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