
EL ESTIGMA
Phillip H. Brubeck G.
Vi el estigma que pusieron en tu cara. Mis ojos sintieron una sensación extraña
como queriendo derramar su íntimo humor. Conocedor de tu grandeza, no podía
dar crédito de esa marca infamante que te imprimieron. Mis ojos no se podían
separar de ella, en la búsqueda del secreto significado que guardaba.
Nada más dejaba ver lo evidente, por lo que parecía ser su única explicación
existencial, expresar lo que para muchos era su verdad: te calificaba de
anacrónico, lento, pesado. Inútil para estos tiempos donde todo debe ser ligero.
Muchos falsos profetas presagiaron tu extinción en medio de las redes
cibernéticas donde abunda la información, muchísimos datos que ya no es posible
verlos todos ni mucho menos asimilarlos. En su afirmación de “al buen entendedor
pocas palabras”, lo tomaron tan en serio que en breves enunciados pretenden
decirlo todo, con frases insulsas, carentes de contenido; con eso se conforman y
se dicen estar bien informados, correctamente comunicados en el cibercosmos.
No podía apartar la vista de ese sello, tenía que descifrar el significado de cada
uno de sus rasgos, el primero de ellos fue el de la incomprensión, pues la
ignorancia de esos doctos censores no les permitía conocerte a cabalidad. En
pocas palabras, te envidiaban.
Retrocedí en el tiempo. En la antigüedad, solo unos cuantos podían desentrañar
las maravillas de tu contenido, además, era muy lento reproducirte, por eso eras
para grupos selectos y sabios. Pasaron siglos para que los tipos móviles
aceleraran tu impresión, con ello se incrementaron tus admiradores, hasta llegar a
un punto en el que las planchas de offset te dieron una gran popularidad en todo el
mundo. Pero en todas las épocas han existido seres negativos que pretenden
esconder su estulticia, su pereza intelectual, calificándote de inútil, de enajenador
de las mentes, de instrumento para perder el tiempo.
Después de esta mirada retrospectiva regresa a mi mente el tópico: las redes
sociales están creando una generación de personas a las que no les gusta leer. El
libro está condenado a la desaparición, o cuando mucho, quedará como un objeto
curioso para unos cuantos. Reviso este cliché, de la misma forma que a la otra
plancha de imprenta que te puso el estigma.
En nuestros días vivimos de prisa, todo lo queremos al instante. Por eso gran
cantidad de personas, especialmente aquellas que deben tomar decisiones, piden
tarjetas informativas, el resumen del resumen. Les falta paciencia para
profundizar. Desdeñan aquello que requiere un poco más de tiempo, con lo cual
cierran las puertas a su entendimiento, y al no comprenderlo lo rechazan, a pesar
de que les puede ser de gran valor para su vida.
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Ahora, el reto es enamorar a la gente con textos atractivos de diversos géneros,
para que se vayan convirtiendo en lectores asiduos, a efecto de que en tus
páginas encuentren además del entretenimiento la formación del espíritu, así
como los conocimientos científicos, para que con su conjunto coadyuven en el
desarrollo integral del ser humano; para que encuentren la verdad, esa verdad
única, objetiva, que los hará libres.
Hoy estás más fuerte, además de tu tradicional presentación en papel, podemos
encontrarte en varias presentaciones digitales, te reproducen exponencialmente.
Felicidades en tu día. ¡Feliz Día del Libro!
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