
El tiempo del juicio
Constantemente nos encontramos hacuendo jucios de lo que acontece a nuestro alrededor, si la «casa es bonita», «el perro es grande», etc. Existen diferentes tipos de afirmaciones o negaciones que hacemos del mundo. Ya sea un gusto o en contra, los juicios son una herramienta humana para entender el mundo, de relacionarnos con las cosas.
Si me preguntan «¿Ha visto a María cocinando?» y yo respondo «No», la gente naturalmente va a sospechar si la acción se realizó por esa persona o no. Si preguntan «¿Pero Ud. ha escuchado decir esto de María a personas que la han observado cocinar?» y yo respondo nuevamente «No», podemos anticipar su respuesta contraria o de rechazo. Cuando emitimos un juicio, la gente entiende lo que decimos y comprende que nos hemos comprometido a «fundar» ese juicio, a partir de acciones que hemos observado en el pasado. Supondrán que yo he observado a María cocinando no una, sino probablemente varias veces.
Hay hechos que respaldan las acciones, por lo que no sería raro o distinto que María estuviera cocinando. De acuerdo a nuestra memoria y a nuestra imaginación, podemos ver con claridad el juicio que acabamos de emitir. El «fundamento» de los juicios tiene que ver con la forma en que el pasado es traído al presente cuando se emiten juicios. Los juicios también hablan acerca del futuro. Si usamos nuestra imaginación para llevarlo acabo, se puede ver con claridad. Cuando emitimos un juicio estamos implicando que, sobre la base de acciones observadas en el pasado, se pueden esperar ciertas acciones en el futuro. Los juicios nos permiten anticipar lo que puede suceder más adelante. Esta es una de las funciones que cumplen los juicios, lo que pone de manifiesto su importancia en la vida. Incluso puede llegar a ser adictivo por el placer que provoca imaginarnos diferentes escenarios, hay que saber distinguir lo que está en mi mente con lo que realmente pasa en la vida.
Por medio de los juicios, particularmente en el caso de juicios «fundados», podemos entrar al futuro con menos incertidumbre, con un sentido mayor de seguridad, sabiendo lo que podemos esperar y, por lo tanto, restringiendo el rango de las posibles acciones futuras. Los juicios nos sirven para diseñar nuestro futuro. Operan como una brújula que nos da un sentido de dirección respecto de qué nos cabe esperar en el futuro. Nos permiten anticipar las consecuencias de nuestras acciones o las de otras personas.
Sin embargo el juicio que hacemos del mundo no puede ser el mismo que hacemos hacia las personas, ya que las cosas pueden cambiar, pero las personas difícilmente pueden hacerlo. Cuando emitimos un juicio cortamos la cabeza, es decir, señalamos lo que tiene o no tiene sin darle la posibilidad de hacer otra cosa, como la Reina Roja de Alicia en el país de las maravillas. A las cosas les puede salir muchas cabezas, como al decir que María cocina, lava y plancha, pero si emito un juicio acerca de María como sujeto, es en dónde ya no puedo quitarlo: «María me cae mal»… ese juicio difícilmente es reversible, porque haga lo que haga María, nos cae mal. Por lo que es mejor hacer lo que el Sombrero Loco dice: «Si no tienes nada bueno que decir, entonces calla».
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