Entre el saber y el conocer
Muchas personas que tienen conocimientos y contenidos nos admiran por cómo los usa, si es que llegan a utilizarlos. Cuántas veces no hemos estado con alguien que tiene muchas respuestas y sus conversaciones son interesantes… Aristóteles afirma «todo hombre desea por naturaleza conocer.» Es porque existe una necesidad para saber las cosas, y para lograrlo hay que estar en contacto con ellas.
Frente al conocimiento es un proceso que hacemos junto con la cosa, es decir que nuestra inteligencia posee ese ser, pero sin necesidad de identificarse con ello. Para conocer es necesario que esté alguien y un objeto o la cosa que conoceré, el contacto entre el sujeto y el objeto. Cuando vemos algo que no conocemos, nos ponemos en contacto con ello para saber de qué trata, es por eso que los profesores en las escuelas enseñan o muestran las cosas para que se pongan en contacto con los alumnos.
Se pueden conocer muchas cosas, pero no siempre las sabemos. La diferencia está en la misma raíz de la palabra, el sabio es quien saborea las cosas que conoce, como dice Pieper: «aquel a quien las cosas le saben tal como son» sin cambiarlas, sino que no solo conoce los temas y las cosas, sino que se identifica con ella, porque no le basta su inteligencia, sino que también las quiere. Es decir, que mientras la inteligencia posee la verdad, la voluntad descansa en la verdad, por lo tanto goza de lo que conoce y puede aplicarlo en cualquier circunstancia.
Cuando estamos frente a un sabio es posible saborear el conocimiento, siendo así que es capaz de dominar el tema y aplicarlo en muchas instancias de la vida. No se trata de conocerlo, sino de saborearlo, solo así nos perfeccionamos. Somos mejores entre más sabemos porque vivimos en y con la verdad.
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