Heridas

Actualmente hemos descubierto que hay algunas heridas de nuestro pasado que nos siguen doliendo, aun siendo adultos. Nos damos cuenta de esto, porque tenemos una reacción contradictoria o desmedida ante un hecho que se nos hace impactante o fuera de lo común frente a lo que hemos vivido. 

Estas heridas pesan más si fueron adquiridas en la infancia, cuando estábamos más vulnerables al entorno y a los demás. Ya sea que tengamos unos padres buenos o males; situaciones de vida que nos marcaron por la violencia, abusos, inseguridad y fatalidad; cosas que no pudimos controlar y tuvieron un desenlace inesperado; una situación económica favorable o desfavorable; etc. 

Nuestra vida se encuentra marcada como un mapa de tragedias, desventuras y desatinos de lo cual hemos sido parte y a pesar de todo lo hemos superado, o al menos así lo creíamos… hasta que se presenta una situación parecida que nos detona esa misma sensación de antes. 

Es importante ir a terapia y hablar con un experto, pero sobretodo dialogar con uno mismo acerca de qué nos afecta y por qué nos lastima o duele demasiado eso que vemos, sentimos, oímos. 

Nos prometimos que eso nunca no iba a volver a lastimar, pero si no me enfrento a la realidad o a mis pensamientos y sentimientos no voy a poder sanar la herida que se abre cada vez que algo similar pase. 

Ahora somos responsables de nuestra adultez, no de nuestra niñez, pero no puedo negar el pasado para que no me afecte en el futuro. Nuestra vida cobra sentido desde nuestro pasado. Todos tenemos un pasado y un futuro, negarlos abre las heridas que tenemos y por eso nos pasa lo que nos pasa en el presente. Todos tenemos una historia de terror, no por eso se justifica lo que hacemos hoy y ahora. Podemos sanar si comenzamos con un diálogo interior para reconocernos. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *