La navaja de Reid

El planteamiento baconiano-reidiano es capital para sostener y reivindicar que no todo lo racional es real. Todo lo real es racional, pero no todo lo racional es real, ya que ciertas y tal vez abundantes posibilidades explicativas racionales pudieran eliminarse en favor de alcanzar la mejor interpretación posible de cuanto se percibe en la realidad.

Los principios ético-religiosos de “no mentir”, “no robar” o “no matar”, por ejemplo, descansan en el primer principio moral de sentido común conforme al cual “no debemos hacer a otros seres humanos lo que consideraríamos inadecuado o injusto —o, simplemente, que no nos gustaría— que ellos nos hicieran a nosotros mismos en circunstancias idénticas o muy similares” (Reid, 2002: 494).

El primer principio de que se tiene que preferir un bien mayor a uno menor, o un mal menor a uno mayor es uno de sentido común moral que ha sido debatido y estudiado a lo largo de la historia por diferentes filósofos y pensadores. Este principio, en virtud del cual queda establecido lo que le conviene a los seres humanos y los hace prudentes, es fundamental para la toma de decisiones éticas y morales.

En opinión de Reid, este principio moral nos guía en la evaluación de nuestras acciones y nos ayuda a considerar las consecuencias y el impacto que pueden tener en nuestro entorno y en los demás. De igual manera, el mencionado principio de que «no hay qué hacerle a los demás lo que sería inaceptable que ellos nos hicieran a nosotros en las mismas circunstancias» es el primer principio moral que regula la justicia entre los seres humanos.

Es interesante resaltar que Reid también hizo una distinción entre dos tipos de principios racionales de la acción humana: el interés y el deber. Según su perspectiva, estos principios son exclusivamente humanos y son fundamentales para la afirmación de nuestra naturaleza moral. El principio del interés se relaciona con lo que nos conviene o nos interesa como seres humanos, mientras que el principio del deber se refiere a nuestras obligaciones y responsabilidades hacia los demás.

Reid argumentó que estos principios racionales de la acción humana son distintivos de nuestra especie y no están presentes en los animales en general, a excepción del ser humano. Sin embargo, es importante señalar que, aunque nos guiamos por estos principios racionales, no somos seres puramente racionales en nuestra conducta. También actuamos según otros principios, como los principios mecánicos y los principios animales, que influyen en nuestra forma de actuar y tomar decisiones.

Propuso Thomas Reid, sin decirlo de este modo preciso, un sentido común “común” a todos los seres humanos que han alcanzado una madurez mínima e indispensable. Pero no solamente propuso ello. Como con este sentido común nos es posible a los humanos juzgar y convertirnos en seres más o menos juiciosos, lo que también sugirió Reid fue, en rigor, que el sentido común humano es, en última instancia, un sentido común “sensato”, el cual consiste en nuestra capacidad de juicio más o menos desarrollada. A este sentido común “sensato” los humanos lo tenemos siempre en mayor o en menor medida, algo que nos convierte en más o menos juiciosos, sensatos o razonables.

En resumen, los primeros principios morales propuestos por Reid nos ofrecen una visión amplia y profunda de las bases éticas y morales que guían nuestras acciones como seres humanos. Usar el sentido común es la pieza clave para analizar la realidad, sin prejuicios ni ideologías que pueden servir como un velo ante lo que son las cosas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *