
La tragedia frente a la indiferencia
Hoy en día nos encontramos sumergidos en situaciones que nos pueden llevar a romper el corazón: injusticias, guerras, discriminación, abusos, etc. Las noticias se encuentran plagadas de notas violentas y tendenciosas. Al parecer estamos en la época de la información y nos encontramos cada vez más desinformados, en donde tenemos derechos humanos y hay más violencia en contra de los hombres, somos globalizados y tendemos al racismo. Nos encontramos en una paradoja, hemos avanzado mucho en temas humanos y al parecer carecemos de humanidad, ante tanta violencia hemos perdido la mansedumbre (controlar el sentido de injusticia provocada a otros), nos hemos vuelto indiferentes.
Buscamos medios y métodos para volvernos inmunes ante las desavenencias que pasa en nuestro alrededor. buscamos la meditación como una forma de escape y no de contacto con uno mismo, rezamos para evitar sentir empatía por otros en vez de buscar tener la fuerza y la capacidad para enfrentarnos a lo que pasa en el mundo. Se ha puesto de moda el Budismo como una forma de evitar el contacto con los demás y no para volvernos más generosos.
Nietzsche escribe en un fragmento póstumo en su obra Nacimiento de la tragedia (1872): «Solo la tragedia puede salvarnos del budismo». El budismo, para Nietzsche, simboliza el Oriente, el rechazo al sufrimiento, lo contrario al anhelo de vivir; es el acceso soñado a un mundo sin conflictos, pacificado, sin problemas, desprovisto de dolor y de pasiones. En pocas palabras, una vida pacífica.
En cambio la tragedia es Occidente, de conflicto y controversias, de malestares, de conquista, de guerras y de fuerzas que constantemente nos jalan y empujan en diferentes direcciones y nos llevan desde el gozar como sufrir. O hay placer o dolor, no hay más. Es una constante montaña rusa de emociones, difícilmente se encuentran en equilibrio y mucho menos de permanecer indiferentes ante la vida.
Nietzsche afirma que las emociones en la tragedia griega son contrarias a los ejercicios de meditación budistas. Porque nos hacen comprender no solo que el conflicto gobierna el mundo, sino que también se sitúa dentro de nosotros mismos. (Vivir hoy: Con Sócrates, Epicuro, Séneca y todos los demás.)
Nuestra vida no puede permanecer indiferente ante el drama y las tragedias que surgen a nuestro alrededor, sino caeríamos en una estado de adormecimiento, e indiferencia por el otro. Sin embargo, no podemos estar en la vida como veletas en alta mar, que con cada ola o viento se derrumba o se voltea. Es por eso que necesitamos saber encontrar la paz en lo que nos rodea, sin dejar de prestar atención al otro. Nos hace falta cultivar la virtud de la serenidad, para mantener la paz frente a la tormenta sin perdernos en ella, es decir, mantener el rumbo de nuestra vida a pesar de las olas y los vientos que amenazan con hundirnos.
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