Marco Aurelio frente a la discriminación

Hoy en día cualquier persona que no cumpla con los estándares determinados por un grupo de persona sin noticia alguna de ello, si actúa no solo es responsable de la consecuencia de su acción, sino que además es culpable de acciones que jamás consideró por no saberlas: lastimar la susceptibilidad de los demás, dañar los sentimientos de otros y ser intolerante frente a las múltiples creencias que nos rodean. Al parecer todo estamos en una actitud a la defensiva frente a lo que ocurre a nuestro alrededor.

Ante lo desconocido o lo incierto la humanidad se encuentra a la defensiva, reaccionamos o somos reactivos ante cualquier cambio o alteración de lo que conocemos o tenemos seguro, sin embargo esta vulnerabilidad que mostramos se vuelve violenta frente a otras formas de ser y de vivir, lo cual termina por dividir a la sociedad e incita a la violencia. El emperador romano Marco Aurelio, uno de los estoicos más conocidos, escribió en sus Meditaciones el problema que actualmente vivimos: la discriminación.

«Si la inteligencia nos es común, también la razón, según la cual somos racionales, nos es común. Admitido eso, la razón que ordena lo que debe hacerse o evitarse, también es común. Concedido eso, también la ley es común. Convenido eso, somos ciudadanos. Aceptado eso, participamos de una ciudadanía. Si eso es así, el mundo es como una ciudad. Pues, ¿de qué otra común ciudadanía se podrá afirmar que participa todo el género humano? De allí, de esta común ciudad, proceden tanto la inteligencia misma como la razón y la ley. O ¿de dónde? Porque al igual que la parte de tierra que hay en mí ha sido desgajada de cierta tierra, la parte húmeda, de otro elemento, la parte que infunde vida, de cierta fuente, y la parte cálida e ígnea de una fuente particular (pues nada viene de la nada, como tampoco nada desemboca en lo que no es), del mismo modo también la inteligencia procede de alguna parte.

Dios ve todos los guías interiores desnudos de sus envolturas materiales, de sus cortezas y de sus impurezas; porque gracias a su inteligencia exclusiva, tiene contacto sólo con las cosas que han derivado y dimanado de él en estos principios. Y si tú también te acostumbras a hacer eso, acabarás con muchas de tus distracciones. Pues el que no mira los amasijos de carne que le circundan, ¿perderá el tiempo contemplando vestidos, casa, fama, aparato de esta
índole y puesta en escena?»

Todos somos seres humanos con las mismas capacidades y facultades, por lo que la discriminación solo se fija en lo exterior, que no vale la pena para marcar una diferencia. Discriminar a los demás muestra la ignorancia que cada uno tiene dentro por lo que ese vacío lo manifestamos con violencia. Antes de juzgar a otros por lo que no son o tienen, cuestiona lo que te falta a tí. Lo diferente nos ayuda a crecer, tomemos lo mejor de todo para ser cada vez más completos.

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