¿Por qué levantarse temprano? Según Marco Aurelio
Levantarse temprano y de manera puntual es uno de los retos más grandes que nos enfrentamos en el día, a pesar de la flojera, el cansancio y la hora, cumplir esta meta es la principal (primera y más importante) acción que nos muestra nuestra capacidad en el día. Marco Aurelio siendo uno de los grandes expositores de la Escuela Helenística del estoicismo, fue emperador de Roma y nos deja de legado sus «Meditaciones» como una guía de una vida feliz.
«Al amanecer, cuando de mala gana y perezosamente despiertes, acuda puntual a ti este pensamiento: «Despierto para cumplir una tarea propia de hombre.»
¿Voy, pues, a seguir disgustado, si me encamino a hacer aquella tarea que justifica mi existencia y para la cual he sido traído al mundo?
¿O es que he sido formado para calentarme, reclinado entre pequeños cobertores?
«Pero eso es más agradable.»
¿Has nacido, pues, para deleitarte?
Y, en suma, ¿has nacido para la pasividad o para la actividad? ¿No ves que los arbustos, los pajarillos, las hormigas, las arañas, las abejas, cumplen su función propia, contribuyendo por su cuenta al orden del mundo?
Y tú entonces, ¿rehusas hacer lo que es propio del hombre? ¿No persigues con ahínco lo que está de acuerdo con tu naturaleza?
«Más es necesario también reposar.»
Lo es; también yo lo mantengo. Pero también la naturaleza ha marcado límites al reposo, como también ha fijado límites en la comida y en la bebida, y a pesar de eso, ¿no superas la medida, excediéndote más de lo que es suficiente? Y en tus acciones no sólo no cumples lo suficiente, sino que te quedas por debajo de tus posibilidades.
Por consiguiente, no te amas a ti mismo, porque ciertamente en aquel caso amas tu naturaleza y su propósito. Otros, que aman SU profesión, se consumen en el ejercicio del trabajo idóneo, sin lavarse y sin comer. Pero tú estimas menos tu propia naturaleza que el cincelador su cincel, el danzarín su danza, el avaro su dinero, el presuntuoso su vanagloria.
Éstos, sin embargo, cuando sienten pasión por algo, ni comer ni dormir quieren antes de haber contribuido al progreso de aquellos objetivos a los que se entregan. Y a ti, ¿te parecen las actividades comunitarias desprovistas de valor y merecedoras de menor atención?»
Cuando nos levantamos a tiempo para hacer nuestros deberes del día ejercemos las siguientes virtudes:
Orden: Al hablar de orden nos referimos a la persona en cuanto a armonía, su equilibrio interior, su moderación, su autodominio. Significa comportarse de acuerdo a normas lógicas, en la organización de las cosas, la distribución del tiempo y en la realización de las actividades para cumplir un objetivo deseado y previsto. (Issac, David. 2004) También se manifiesta el orden en la priorización de actividades, en saber distinguir lo importante y lo urgente. Y en la disposición de las cosas para facilitar el proceder del próximo. Reconocer que hay un horario y una agenda, por lo que el respetar el tiempo me permite establecer las prioridades en mi vida.
Prudencia: Es la más alta virtud que lleva a tener una recta razón en el obrar, es decir a pensar antes de actuar por medio de la visión del fin y tener los medios para alcanzarlo. Distingue las distintas formas de actuar para elegir la mejor. Quedarme en cama y dormir más y se haga tarde o despertar y ser puntual con los compromisos para llevarlos a cabo.
Humildad: modera el desordenado apetito de la propia excelencia y por la que se reconocen las diversas limitaciones personales. El humilde hace suya la máxima aspiración de la cultura griega y de todas las grandes civilizaciones humanas: “hombre conócete a ti mismo”. El humilde es quien se conoce y se acepta a sí mismo, con sus cualidades y defectos. Al reconocer mis capacidades y mis limitaciones puedo tomar acción para ser mejor cada día sin dejarme engañar por la pereza.
Laboriosidad: trabajar mucho y bien, aprovechando todas sus cualidades y buscando desarrollarlas. Se esmera por hacer las cosas con toda la perfección de que es capaz. Es indudable que realizar bien el propio trabajo es una meta ardua que no siempre vamos a querer realizar. Levantarse temprano ya es un trabajo por lo que este me hace mejor cada vez que lo cumplo por más que me cueste.
Perseverancia: evita el desánimo que le amenaza cuando se prolonga la duración de los problemas o adversidades. Busca estar en continua motivación y reflexión sobre el bien que se ha propuesto, intentando una y otra vez, comenzar y recomenzar, hasta alcanzar la meta porque sabe que es un bien. Ser perseverante es sobreponerse a las dificultades como la flojera, por lo que a pesar de tenerla, cumplo con lo que he quedado.
Solidaridad: es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos” (Solicitudo Rei Socialis 39). Contribuye con sus semejantes al bien común de la sociedad, a todos los niveles. Hace más de lo que tendría en estricta obligación. Levantarme temprano me permite ser solidario con los demás a saber que otros cuentan conmigo y logro superar las dificultades para hacer un bien a los demás.
Liberalidad: o desprendimiento de las cosas materiales. Consiste en el equilibrado uso de los bienes materiales. No se crea falsas necesidades, ni acumula cosas, entiende que los bienes son medios para crecer como personas y no fines en sí mismos. El desprendimiento de los bienes materiales facilita también ocuparnos generosamente de las necesidades materiales de los demás y, será condición imprescindible para vivir la solidaridad, principalmente en el trabajo profesional. Al levantarme temprano me desprendo de lo que sueño, de mi comodidad para dar lo mejor.
Magnanimidad: es magnánimo el que, como sugiere la etimología de la palabra, acomete con “grandeza de alma” la realización de obras buenas. Magnánimo es el que se propone metas altas en la vida, el que no admite la mediocridad en lo que realiza. Sabe que sus cualidades o capacidades son para servir a los demás, e impulsa a otros. Soy grande cuando logro vencer mis dificultades y no solo me levanto, sino que además puedo tener buena actitud a pesar de las dificultades.
Ejercer estas virtudes nos perfeccionan como personas, nos hacen mejores y nos muestra la capacidad de ser felices.
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