¿Por qué ser confiable?

¿Cómo saber que las cosas funcionan? En la aplicación de pruebas estadísticas para revisar el funcionamiento de las cosas, entre más pruebas se hagan y den el mismo resultado, juzgamos ese elemento como confiable, es decir que se puede contar con esta herramienta u objeto para que todo lo demás trabaje. Pensemos en un reloj, cada parte es necesaria para el funcionamiento del todo, pero cada una de ellas no hace el reloj completo, sino que sin estas piezas no se puede decir la hora. Para ver si la parte es confiable necesitamos ponerla a prueba para garantizar su eficacia y aporte al mecanismo del reloj.

En las empresas funciona igual, cada miembro del equipo es importante para que crezca cada área, pero un área no hace la empresa. Lo mismo sucede con las personas que son confiables, incluso les decimos que “se ponen la camiseta” porque asumen su papel en la empresa como si fuera suya. Pero ¿qué significa ser confiable?

La confiabilidad radica en la claridad de lo que uno cree que es bueno y verdadero, es decir que cuando una persona es confiable tiene la capacidad de ver el mundo como lo es, no como lo aparenta o como le parece, sino tal cual es. Además, es capaz de ubicarse en el rol en el que se encuentra y se encarga de trabajar en lo que sabe, digamos que es un hombre o mujer “de palabra”. Así mismo la confiabilidad se refleja en la propia persona, en cómo es y cómo trabaja, por lo que se autorregulará cara a la verdad y al bien sin caer en extremos ni pretensiones perfeccionistas. Sabrá con humildad de lo que es capaz y de lo que no es. Cuando da su palabra se sabe que lo cumplirá.

Por ejemplo, si tenemos el caso de una persona que tiene la posibilidad de hacer trampa en una prueba o quien busca aprovecharse del descuido de alguien más para conseguir su propio beneficio (dinero, fama, poder, etc.). A pesar de las circunstancias en las que nos podemos encontrar, una persona confiable no se aprovecha de la oportunidad, sino que tomando en cuenta las circunstancia pondera según sus ideas y principios y realiza lo correcto. Otros le dirán que es muy bueno o que “hubiera aprovechado”, pero quien es confiable sabe lo que hace porque está seguro de lo que es bueno y correcto.

Quien es confiable, es decir, ser de palabra, sabe lo que promete, cumple con sus responsabilidades y hace el trabajo que le toca es auténtico y tiene la capacidad de ver las cosas con una nueva perspectiva para afrontar una vida llena de retos y cambios de paradigmas sin perderse en ellos.

Es valiente al defender su postura ya que sabe distinguir lo que es bueno y verdadero de lo que no es (falso y malo) sin dejarse arrastrar por una sociedad que lo presiona para pensar diferente.

Es quien se encuentra en contacto consigo mismo y tiene la prudencia para actuar de la mejor manera posible sin comprometer su sistema de valores, ya que conoce y distingue muy bien lo que tiene que hacer de lo que no.

Tiene la capacidad de auto-exigirse sin necesidad de presiones externas, ya que a lo que se compromete lo lleva a cabo bien hecho y de la mejor manera posible.

Es decir, la confiabilidad hoy en día puede parecer perdida si la vemos como un todo, en cambio sí nos percatamos que tiene partes y se conforma de virtudes eje para la vida, esto nos puede parecer más fácil y llevadero.

En suma, las virtudes[1] necesarias para ser confiable son:

  • Humildad: Modera el desordenado apetito de la propia excelencia y por la que se reconocen las diversas limitaciones personales.
  • Perseverancia: Busca estar en continua motivación y reflexión sobre el bien que se ha propuesto, intentando una y otra vez, comenzar y recomenzar, hasta alcanzar la meta porque sabe que es un bien.
  • Valentía: quien tiene ánimo, arrojo, coraje para vencer sus miedos o a pesar de ellos actúa de la mejor manera posible.
  • Magnanimidad: es el que se propone metas altas en la vida, el que no admite la mediocridad en lo que realiza.
  • Lealtad: es quien promueve y tutela la verdad, el honor y la fama, bienes de gran importancia para las personas sean conocidas o ajenas.
  • Serenidad: da estabilidad de ánimo, ecuanimidad en las todas las circunstancias, en las dificultades ayuda a estar sosegado, tranquilo, impulsa a emprender tareas que suponen sacrificio por el bien de los demás, y también, a soportar con paciencia la adversidad, con buenos modos y con serenidad en el alma.
  • Mansedumbre: la ira es buena y necesaria, cuando se usa bajo el dominio de la razón, pues lleva a la persona a lograr un fin bueno, y más cuando es difícil de alcanzar. Enojarse por la injusticia pero que no termine en cólera porque destruye.
  • Prudencia: Es la recta razón en el obrar: esta virtud inclina a actuar bien, a clarificar el fin y a buscar los medios más convenientes para alcanzarlo.

Todas estas virtudes conforman la confiabilidad en una persona, son hábitos que día con día podremos adquirir hasta que formen parte de nosotros. El reto es ser una persona de palabra ante las diferentes posturas que haya, oportunidades o circunstancias lo más importantes es mantenernos fieles a nosotros mismos.

¿Se puede medir la confiabilidad?

A partir del estudio de las virtudes en CAFÉ&co. Se nos ocurrió cuantificar las virtudes para poder enseñarlas de una manera práctica sin recurrir a meras definiciones que se vuelven teóricas. Desde la necesidad de desarrollar una guía objetiva de las virtudes que conforman la integridad es posible cuantificar la frecuencia de las conductas esperadas para determinar si se tiene o no lo necesario para ser confiable, y cómo es posible llegar a serlo. Nos basamos en las manifestaciones de las conductas de una persona íntegra y decidimos automatizar el autoconocimiento con un test que mida la confiabilidad.

¿Qué tan confiable eres?: https://forms.gle/gUBiuJxUXDidD7km8


[1] La palabra virtud proviene del vocablo latino virtus que equivale al término vis, cuyo sentido es “fuerza”… significa un hábito adquirido  que perfecciona o refuerza a alguna potencia activa… estas no sólo tienen una aceptación moral sino son también tomadas como habilidades técnicas e intelectuales. MILLÁN-PUELLES, Antonio. Léxico filosófico. Ediciones RIALP. España, 2002. P.594

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *