
SEIS LETRAS
Las seis letras de tu nombre muchas veces nos aterrorizan. Sí, te tenemos miedo,
no queremos encontrarte; ni tarde ni temprano nos gustaría toparnos contigo en el
camino, pero siempre estás ahí, más cerca de lo que podemos imaginar.
Desde que abrimos por primera vez los ojos, cuando la primera bocanada de aire
infla nuestros pulmones, indefectiblemente ahí estás, aunque no sintamos tu
presencia.
Dicen que cuando tu mano etérea toca la nuestra, proyecta ante nuestros ojos una
luz blanca, potente, pero no encandila, es cálida, acogedora. Otros hablan de una
rápida sucesión de los recuerdos en escenas como una película de sucesos
importantes y detalles que habían caído en el olvido por habernos parecido
triviales.
Tememos las seis letras de tu nombre porque nos recuerdas la indefensión de
nuestra temporalidad. Cierto, no somos eternos aunque queremos serlo. Siempre
estamos buscando la forma de trascender, de quedarnos en este mundo más
tiempo del que debemos, por eso a nuestros hijos les ponemos el nombre nuestro;
hacemos cosas para que siempre nos recuerden las futuras generaciones.
La cita contigo siempre es puntual.
En el momento exacto en que el Creador te envía para decirnos que nuestra
misión en la tierra ha concluido. Para algunos es demasiado rápido, unas horas
simplemente, mientras que para otros deben transcurrir muchos años. Casi
siempre llegas de manera sorpresiva para cortar momentos de alegría, de grata
convivencia entre los humanos, aunque también a muchos, con tu manto oscuro
los vas cubriendo poco a poco para indicarles que su hora está próxima para
acabar con sus sufrimientos.
A veces quisiéramos te llevaras a alguien indeseable, que por mucho tiempo hace
un daño terrible a la gente con su maldad, para que dejemos de sufrir la crueldad
de sus actos, pero no, no cumples nuestros deseos, simplemente lo dejas seguir
moviéndose en el tiempo y el espacio. Al mismo tiempo, te despreciamos porque
te llevas a gente inocente y bondadosa, que se dedica a transmitirnos el amor de
una u otra manera. No entendemos a veces que los que se van es porque ya han
realizado lo que les correspondía hacer, mientras que los que quedan, tienen algo
pendiente de ejecutar o para quienes los que estamos con ellos los ayudemos a
seguir en el viaje.
Eres un puente a la eternidad.
Es tu nombre la muerte, esas seis letras que nos indican el paso a la vida eterna.
Phillip H. Brubeck G.
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