Si las cosas fueran como antes

La música, los libros, la publicidad, la sociedad en la que vivimos nos ha llevado a desear nuestra infancia en el sentido de todo aquello que podíamos hacer, querer y desear cuando éramos pequeños. Este sentido de libertad que hoy en la adultez nos ahorca y aprieta y nos impide disfrutar como antes las cosas…
«Si las cosas fueran como antes…» constantemente nos torturamos con esa frase como si hubiéramos perdido el tiempo en querer ser grandes y una vez que llegamos a la madurez, ya no la queremos. Pero hemos trabajado tanto por tenerla que ahora que ya la tenemos no la queremos. «Uno nunca sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido» es lo que nos dicen con frecuencia, nos falta disfrutar el presente, ¿por qué no lo hacemos? Toda nuestra vida nos han preparado para el siguiente paso: kínder-primaria-secundaria-preparatoria-universidad. Cada aspecto de nuestra vida está medido por metas que debemos alcanzar y por eso se nos olvida vivir y disfrutar cada etapa, buena o mala, pero es nuestra. Ese deseo de tener más, de ser más es lo que nos termina rompiendo la idea de ese modo infantil y espontáneo de los niños. Ellos disfrutan lo que hay, hoy queremos hacer eso pero sin aceptar las consecuencias, ya sea porque no las queremos ver o porque no nos sentimos preparados para afrontar lo que hacemos con una realidad en la que ya somos responsables, y pensamos que eso nos quita la capacidad de disfrutar momentáneamente las cosas.
«Ser como niños» es vivir el presente y aceptar las consecuencias, no se trata de vivir asustado o resentido por lo que no se tiene. Hay que ser auténticos como los niños son, no infantiles.

 

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