
Thelos (finalidad) de la universidad
Cuando hablamos de que cada cosa tiene un fin, una finalidad es cuando preguntamos ¿para qué sirve? Si nos fijamos, cada cosa tiene un fin, un thelos. Así como nosotros tenemos una misión en la vida, ser felices, por eso hacemos lo que hacemos, para llegar a nuestro fin. La universidad tiene uno. Como dice Aristóteles:
«Puede parecer también mal que una misma persona ejerza varios cargos, práctica que es muy bien vista entre los cartagineses; pues cada labor se realiza mejor al cuidado de uno solo, y el legislador debe velar por ello y no ordenar que la misma persona toque la flauta y haga zapatos.» (Política 1237b)
¿Cuál es el fin de la universidad?
¿Cuál es el Telos de una Universidad?
Las universidades han estado desde la Edad Media como una forma de mantener la cultura y formar a la sociedad en un plano científico, social y político. Hoy en día la misión de la universidad parece caer en un negocio o una forma de sacar dinero, como en la antigua Grecia: ¿las universidades se han vuelto en casa de sofistas? Para esto, Aristóteles puede ayudarnos a resolver esta cuestión:
“Entre flautistas iguales en su arte no debe darse una superioridad en las flautas a los de mejor linaje, pues no tocarán mejor, sino que se debe dar el instrumento más excelente al que es superior en su ejecución. Si aún no está claro este argumento, será evidente si nos adentramos aún más. Si uno sobresale en el arte de tocar la flauta, pero es inferior en su linaje y en belleza —aunque cada una de éstas (me refiero al buen linaje y a la belleza) sea un bien mayor que el arte de tocar la flauta, y sobrepasen al arte de la flauta en proporción mayor que aquel flautista a los demás—, rio obstante se deben dar a ese flautista las mejores flautas; pues la superioridad en riqueza y nobleza debería contribuir a la ejecución, pero no contribuye en absoluto.” (Política 1283a)
Con referencia a la educación en las universidades Aristóteles desprecia al aprendizaje de las flautas:
“No se han de emplear flautas ni ningún otro instrumento técnico, como la cítara o cualquier otro por el estilo, sino tan solo los que formen buenos oyentes de la música o de la educación en general. Además, la flauta no es un instrumento moral, sino más bien orgiástico, de modo que debe utilizarse en aquellas ocasiones en las que el espectáculo pretende más la purificación que la enseñanza…” (Política, 1341a)
Es decir que la flauta no aporta a la perfección del hombre, sino que lo único que hace es provocar pasiones bajas, que llegan a animalizar a los hombres y a perder la razón. Incluso hace perder la estética de quien la toca:
“Cuentan que Atenea, después de haberla inventado, la tiró. Y no está mal decir que la diosa la hizo disgustada al ver que al tocarla se le afeaba el rostro. Sin embargo, es más verosímil que lo hiciera porque el aprender a tocar la flauta en nada sirve al desarrollo de la inteligencia.” (Política, 1341b)
Ordenar el fin de una universidad parece esencial para determinar los criterios adecuados de admisión. Esto pone de manifiesto el aspecto teleológico de la justicia en las admisiones universitarias. ¿Quién entra y quién no?
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