Kierkegaard y la pena “se como un lirio”
Kierkegaard filósofo danés habla sobre la pena o aflicción de las personas desde el Evangelio según san Mateo en su obra “Los lirios del campo y las aves del cielo”. La persona afligida al obsevar la naturaleza y fijarse en sus procesos inadvertidamente aprende algo de sí misma ante el espectáculo de la naturaleza recapacita acerca de sí mismo. Al estar solo y en silencio se da cuenta de sí mismo y de nadie más.
Sal al campo, allí donde los lirios crecen en el campo sin cuidado, y a pesar de todono están abandonados. Ve como crecen, no te pasees con brincos como los niños o enamorados, observa con gravedad cómo crecen los lirios sin que nadie los cuide ni los vea crecer. Ellirio solo adorna, está ahí sin preocupaciones, solo es bello.
Cuando el afligido está en el campo, no hay nadie presente por lo que solo hay silencio. El afligido está solopara hablar consigo mismo o con el lirio, poco a poco cae en cuenta que está hablando consigo mismo. Lo que dice del lirio lo dice de sí mismo. No hay confrontación con otros hombres, porque entre los lirios él es el único hombre y está contento de serlo. Porque el hombre por el hecho de serlo es lo mejor que hay, no tiene que trabajar, ni preocuparse por ser hombre, ya en sí mismo es glorioso, se le olvida lo que es ser hombre, queda olvidado a expensas de de las diferencias entre uno y otro hombre.
En el campo abierto bajo la bóveda celeste, donde el cielo es libre, donde los grandes pensamientos de las nubes disipan todas las pequeñeces: allí el afligido es el hombre único, y aprende de los lirios lo que probablemente no aprendería de ningún otro hombre.
Ninguna preocupación es identica, los lirios no se preocupan por serlo ya que no se fijan en la diferencias. El afligido se aleja de las confrontaciones y preocupaciones de todos los hombres. Al alejarse se da cuenta de su esplendor, pero si me comparo con otros la preocupación será querer ser algo más olvidándome de mi gloria.
Deja de escuchar a quienes tienen chismes, a los que te hacen sentir mal con quien eres como los poetas, aduladores, etc. Ellos nos hacen compararnos con los demás deseando cosas que no somos y por ello lo que nos queda es perecer. “Cuando un hombre se contenta con ser hombre, entonces no cae enfermo de preocupación temporal; y cuando no llega a preocuparse temporalmente, entonces permanece firme en el sitio que se le ha asignado; y si permanece allí, entonces es cierto que por el solo hecho de ser hombre es más glorioso que la gloria de Salomón.”
¿Qué aprende, pues, el afligido de los lirios? Aprende a contentarse con ser un hombre y a no preocuparse de las diferencias entre hombre y hombre; aprende a hablar tan brevemente, tan solemnemente, tan elevadamente de eso de ser hombre.”
Somos hombres, y en el momento decisivo de la muerte, cuando todas las diferencias quedan eliminadas, decimos: ¡hombre! Puesto que un hombre no es inferior a las diferencias, sino algo superior a las mismas. Toda preocupación mundana se basa en que un hombre no quiere contentarse con ser hombre, en que, mediante el cotejo, su preocupado anhelo le hace chocar con la diferencia.
Un día una paloma quiso ser un águila y volar alto por lo que abandonó su hogar para ser como las águilas y ser libre como ellas, pero no pudo y murió. Si la paloma salvaje se hubiese contentado con lo que era: un pájaro del cielo, entonces habría tenido su sustento. La paloma salvaje es el hombre, se debe contentar con serlo para que encuentre su sustento. “A esto equivale al estar contento con ser hombre, contentarse con ser una pequeña cosa, es decir, la creatura que es tan incapaz de mantenerse en la existencia como de crearse a sí misma.” Cuando el hombre se olvida de su creador, se encierra en sí mismo y no se contenta ni con sí mismo y surge la confrontación de querer ser superior entonces se juzga como rico o pobre y deja de darse cuenta de su entorno y de lo que es.
Al olvidarnos de nosotros mismo nos preocupa el mañana, nos cotejamos con otros y perdemos de vista la grandeza del día de hoy. Por ejemplo: si una muchacha enamorada, a quien el amado acaba de venir a visitar dijera: ¿vendrás mañana? le preocupa su amor, en cambio si dijera: ¡gracias, amado, porque has venido hoy¡ no estaría tranquila de lo que pueda pasar mañana.
Tanto el lirio como el pájaro al ser quienes son se contenta y por eso están alegres. no desperdician ni un solo instante, pero tendrían por perdido aquel en que no se sintiera un día alegre. Aquel cuya alegría dependa de ciertas condiciones, no es la alegría misma. Debemos aprender a estar alegres con lo que somos, sin condiciones. El pájaro y el lirio nos enseñan la alegría y en su originalidad son geniales: hay un hoy y no hay preocupación por el mañana ya que tienen silencio y obedecen un orden, por eso son alegres.
Estar alegre es estar en realidad presente de uno mismo; y este “estar en realidad presente de uno mismo” equivale al HOY, a existir de verdad para el día de hoy. La alegría es el presente sin preocupaciones por un mañana. A través del silencio y la obediencia están totalmente presentes de sí mismos en el existir hoy. No hay peros porque el pájaro y el lirio viven alegres en el presente. Hoy es un PRESENTE.
Comments
-
D. Michelle Yerenas Miranda
Los estímulos externos llevaron a el hombre al estar solo y en paz, lo que lo hacen que comience a hablar con el lirio. Con esta acción se empieza a conocer a sí mismo, encontrándose con respuestas internas como lo es la afectividad. Comienza a analizar sus emociones, pasiones, miedos o terrores ante los estímulos externos que la vida le va poniendo de frente.
Adriana Sarahid Ch�vez Vaca
Cuando comienza ha hablar de como el hombre al estar solitario y hablar con el lirio inevitablemente se habla a sí mismo y habla de sí mismo, podemos encontrar la afectividad como la respuesta interna a un estímulo externo. La soledad, el estímulo externo, lleva al hombre a conocerse de tal manera sin siquiera darse cuenta; permite sin ninguna restricción que salgan esas emociones, sentimientos y pasiones que una vez había arraigado por miedo. El temor al futuro es también un estímulo externo, y nuestra preocupación constante es la respuesta interna a éste, es decir, la afectividad.