Serpientes del gran templo

Serpientes espectaculares y simbólicas están dentro del Gran Templo.

Estas esculturas amenazantes una vez se sentaron en el pie de la escalera de una pirámide enorme dedicada a Huitzilopochtli (el Colibrí del sur), dios de la guerra de los aztecas, con un apetito insaciable de sangre.

La civilización azteca practicó sacrificios humanos en una escala épica. Los enemigos
capturados en incursiones de guerra y las escaramuzas se traían al templo cada día y luego se conducían enfrente de las serpientes de piedra, para luego subir los escalones de la base del templo.

Una vez que estos desafortunados presos habrían alcanzado la cumbre, un sumo sacerdote, que tenía un cuchillo de obsidiana, rasgaría sus abdómenes arrancándole los corazones que todavía latían y escupían sangre. Un sacerdote del mismo tipo sostendría entonces el sangrientoy palpitante órgano en lo alto, como un ofrecimiento a los dioses, para que el Sol pudiera salir cada mañana. Luego, el cadáver se lanzaba hacia abajo, rodando los escalones del templo.

La presencia simbólica de estas esculturas de serpiente, en el pie del templo, significaba que el edificio lo destinaron desde el principio, para representar a Coatepec (Montaña de la Serpiente). En la mitología azteca, se creyó que Coatepec era el lugar de nacimiento de la montaña de Dios de la guerra, Huitzilopochtli, cuya madre Coatlicue (la de la Falda de la Serpiente, diosa de la Tierra) con cabeza de serpiente bicéfala.

Coatlicue había dado a luz al dios de la guerra Huitzilopochtli saltó de dentro de su matriz, armado con una espada de fuego. En una circunstancia bastante traumática, cuando los cuatrocientos hijos de Coatlicue, al ser conducidos por su particularmente celosa hija “Coyolxauhqui” (campanas doradas, diosa de la Luna), es descuartizada por Huitzilopochtli, su hermano. Vengó el intento de Coyolxauhqui de darle muerte de su madre, y lanzarla hacia abajo rodando por la montaña de tierra Coatepec.

Este mito era ritualmente repetido una y otra vez, por sumos sacerdotes aztecas que, ayudaba al Sol a obtener la victoria y salir de nuevo. Sacrificaban a la víctima y lanzaban el cadáver por la “colina de la serpiente”, simbólicamente representando la muerte de Coyolxauhqui.

Durante la conquista española de México en 1521, los conquistadores veían estas ceremonias como obras del demonio, especialmente por la cantidad de serpientes, y por lo tanto, el templo en gran parte lo destruyeron.

En el período posterior a la conquista, las piedras del templo se usó para construir la
Catedral, para servir a la nueva fe católica.

Las serpientes de piedra finalmente se descubrieron y cavaron de la tierra en 1948, recibiendo mucha atención de los medios tanto de la Prensa internacional como de Nacional. Hoy, las serpientes se han devuelto a su antigua gloria y se han colocado en el abierto como una vez estaban en antigüedad, donde se pueden admirar en toda su belleza y significado tanto feroz como histórico.

Cómo llegar: usando el transporte público, hay que tomar el metro a la estación del Zocalo, que se puede alcanzar en la línea azul. Al salir de la estación, dirigirse a la derecha de la Catedral y hay que cruzar un corredor, adjunto al oriente de ésta, donde directamente delante, se puede ver el Templo Mayor.

Aunque la visita del propio sitio y el museo es muy recomendada, no es necesario pagar una cuota para ver las serpientes, ya que se pueden ver completamente fácilmente desde fuera de los barandales metálicos que rodean el sitio.

Para ver los vestigios arqueológicos y apreciar su interior, además de ver el museo, es
necesario pagar la entrada de de 75 pesos.

Para una cultura, la culebra es símbolo de varias divinidades que hay que adorar, y para otra es el símbolo de la maldad, que hay que aborrecer.

Comments

  • Bibiana Guerrero

    Parte de los vestigios arqueológicos fueron destruidos en la conquista, y en parte entiendo por qué, pero de igual manera me causa mucho conflicto que en la guerra, el arte y lo histórico pasa a ser segundo plano. Los españoles eran minoría y para marcar territorio, debían cortar de raíz aquello que más seguían los natales. Los aztecas, partieron de ser nómadas, ya que nunca tuvieron territorio asignado, por eso se asentaron en lo que después se convirtió en Teotihuacan, una región fangosa y limitada por el agua. Este afán de conquistar y de venerar a sus dioses, especialmente de la guerra les permitieron llegar a ser la cultura dominante.

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